En
condiciones naturales, las vacas y sus ancestros producían leche por una única
razón: alimentar a sus terneros. Existen muchos factores de gran importancia
que afectan el desarrollo de los terneros, pero ninguno de ellos es más vital
que la leche. Como es el caso con otros mamíferos, la leche de vaca presenta
una composición específica para garantizar la supervivencia inicial de los
terneros y su crecimiento adecuado al tener una variedad única de nutrientes en
proporciones particulares.
En las
lecherías industriales se explota sistemáticamente a la vacas para extraer su
leche. A fin de maximizar la producción de leche para consumo humano, se han
manipulado y suprimido las necesidades instintivas de estos animales. Con el
fin de que las vacas produzcan leche constantemente, estas deben ser preñadas
reiteradamente. Las vacas se preñan mediante inseminación artificial y los
terneros nacen al cumplirse los nueve meses de gestación. Se separa a los
terneros de sus madres al siguiente día (a veces unas pocas horas) de nacidos y
nunca vuelven a reunirse.
A las
terneras se las cría para la producción de leche. En una etapa en la que
deberían estarse amamantando con la leche de sus madres, se encierra a los
terneros en establos individuales. Transcurridas varias semanas, se reúne a los
terneros en grupos pequeños en los que cada uno cuenta con un espacio de apenas
35 pies cuadrados (6’x6′ o 3.25 metros cuadrados). Durante toda su adolescencia
se alimenta a los terneros con un sustituto de leche ya que la leche de la vaca
es más valiosa como mercancía de consumo humano.
La mayoría de
los machos acaba en el matadero ya que la carne de ternero se considera un
producto “gourmet” en los restaurantes y supermercados de lujo. A ellos también
se les niega la posibilidad de amamantarse y recibir el caluroso afecto de sus
madres. Las breves vidas de estos terneros se disipan en confinamiento, en
encierros tan pequeños que no pueden dar ni un paso, voltearse o tan siquiera
estirar sus patas. Bajo estas condiciones sus músculos permanecen en un estado
de atrofia indefinida. Se los alimenta con una dieta líquida intencionalmente
baja en hierro para que su carne tenga un color gris pálido. Cuando cumplen
entre 16 y 20 semanas se matan para vender su carne como un delicado manjar.
Cerca del 15% de los terneros se crían como “terneros lechales” y se envían al
matadero antes de cumplir las tres semanas de vida. Durante las últimas décadas, la producción
lechera se ha vuelto sumamente mecanizada y ha refinado sus herramientas
científicas. La producción anual de leche por vaca ha aumentado de 2.3
toneladas en 1940 a 10.1 en 2007. Este incremento tan asombroso se debe a
varios factores, entre ellos: el mejoramiento de las razas bovinas, dietas
altas en proteína y el ordeño mecanizado. La tendencia más reciente es
inyectarle rBST al ganado. Esta sustancia también se conoce como la hormona del
crecimiento bovino (BGH, por sus siglas en inglés). El uso de esta hormona
sintética se prohibió en la Unión Europea y en Canadá en 1999 debido a sus
posibles efectos sobre la salud humana. Desde un punto de vista económico, la
forma más eficiente de extraer una cantidad tan desorbitante de leche es
recurrir al ordeño mecánico de las vacas varias veces al día durante un periodo
de 10 a 12 meses. Es común que el método y la frecuencia de ordeño causen
lesiones en las tetas de las vacas, lo que aumenta su riesgo de sufrir mastitis
(la dolorosa inflamación de las glándulas mamarias).
Las vacas
criadas para dar leche son también sometidas a la sección parcial de la cola.
Esta práctica consiste en cortar dos tercios de la cola del animal, lo que se
hace normalmente sin anestesia. La industria lechera argumenta que esta
práctica es necesaria para mantener la salud de las ubres y por razones
higiénicas en general. Sin embargo, al carecer de su cola, las vacas no pueden
protegerse a sí mismas de las moscas y otros insectos que albergan bacterias.
Además de practicarles la sección parcial de la cola, la gran mayoría de los
ganaderos también descuernan a las vacas. Entre los métodos comunes de descorne
están: la aplicación de pastas cáusticas, la extracción de los cuernos (método
de la cuchara o tubo), y la cauterización con una barra de hierro
incandescente.
Tras ser
obligadas a producir cantidades anormales de leche de dos a cuatro años
seguidos, el ritmo de producción de las vacas comienza a decaer. Al perder su
valor para la industria lechera, se las mata y se las procesa para producir carne
magra que se utiliza principalmente en la confección de hamburguesas.
El proceso de
transportar el ganado desde los lotes de engorde hasta los mataderos es
sumamente estresante. Las vacas, como todos los animales, sienten un temor
innato a entornos que no conocen.. Las lecherías industriales han convertido
deliberadamente un líquido vivificante en un producto que simboliza la
explotación. La industria lechera sigue promoviendo a la leche como un producto
beneficioso para la “salud” a pesar de que el 75% de la población mundial son
intolerantes a la lactosa.
En Panamá se
consumen por año 300 millones de litros de leche y los productores locales solo
aportan 195 millones.
El 85% de la
producción de la leche fluida en el país está en manos de los pequeños y
medianos productores.
Chiriquí
lidera la producción de leche con un 50%, provincias centrales representan un
40% y el 10% es el resto del país; de esta cantidad, el 70% de pequeños
ganaderos.
Del 50% de la
producción de leche en Chiriquí, un 20% lo aportan los pequeños productores.
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